martes, 29 de marzo de 2016

Borrador :Historia corta:Una mala novatada

¿Por qué no escogí limpiar las letrinas de los barracones? Me lo ofrecieron, con una sonrisa en la cara y con la intención de fastidiar en todo lo posible esa tarea, pero lo hubiera elegido mil veces a esto.

Cuando te ofreces a ser miembro del pelotón de los Halcones sabes que tienes que estar preparado para todo y que tus compañeros no te lo van a poner fácil. He pasado años de entrenamiento en los que el cuero de mi bastarda se ha despegado del acero y la piel de mi carne. He sufrido palizas y burlas para, según decían mis compañeros, fortalecer mi carácter y mi cuerpo, aunque creo que era para hacer algo más divertido que estar todo el día de descanso tumbado en la cama. He sido robado y manipulado  para todo tipo de acciones. Y aunque no es lo peor, también he tenido que tomar durante más de tres años el peor estofado que en vez de ternera parecía que fuese de kikimora cocinado por nuestro chef Ojo Suelto. No preguntes, pero lo único que dice es que fue en la taberna que hay tres aldeas al norte, y aun así me comería todo un barril de fermentación lleno de esa porquería antes de seguir aquí un segundo más.

Por si no lo sabes y encuentras esta señal en el bosque, te contaré lo que me ha ocurrido; para que comprendas por qué junto a  ella hay un montón de huesos digeridos. Como último año de entrenamiento; me quedaba una única tarea para recibir la cota de malla blanca: la puñetera prueba de los nuestros. Suelen darte a elegir dos pruebas, una para demostrar tus habilidades o una para joderte todo lo que puedan. Por supuesto, elegí demostrar que valgo la pena, si no puedo enseñar que valgo la pena, entonces para que demonios he entrenado durante tanto tiempo. En fin, me encomendaron que pasase toda una noche en el bosque con un sólo estilete y un par de monedas para colocarlas en el camino. Hasta ahí todo normal, pero me podrían haber avisado los del pelotón o el heraldo del pueblo de que había cerca un puto grifo.

¿Quien no se da cuenta de que hay suelto un grifo? No son como una kikimora o un zeugel que son pequeños y se pueden ocultar en setos o en aguas estancadas. Estamos hablando de un jodido león gigante con alas y pico, ¡por el amor de dios ! Y si por lo menos tuviese mi puñal de plata podría hacer algo. Un grifo sólo se puede matar con plata o con magia, y el único hechizo que conozco es con el que te estarás partiendo el culo con mi desgracia, y porque se lo gané a un hechicero en una partida de cartas. Parece estúpido, pero más estúpido es que el rey nos cortase el presupuesto de entrenamiento y el archimahgo de la capital ya no venga a entrenar a los cadetes en este arte. Claro, el comandante se tiene que pagar para tirarse a una elfa silbante cada noche pero luego no hay dinero para que podamos aprender lo que él llama 'conocimientos sucios e innecesario'.Mierda para él y los suyos.

Estoy escondido debajo de unas raíces de roble y tardará en olerme, pero en cuanto salga corriendo me atrapará en la llanura y me arrancará cada trozo de carne del cuerpo. Y no rápido no, con sarna, jugueteando con mis higadillos mientras yo sigo vivo retorciéndome de dolor. Lo único que se me ha ocurrido son las monedas que me dieron para marcar el camino. Son de plata, y forjadas como han querido en verdad. He conseguido partirlas y hacer pequeños pinchos con ellas, los suficientes para rodear por completo mis puños. Esta señal sólo se acabará cuando muera o cuando vuelva a hacer el símbolo con mis manos, y si se va a quedar aquí prefiero que oigas mis pensamientos cuando muera, por lo menos sentiré consuelo.

Acabo de salir a la llanura y ya puedo ver al monstruo volando, debe medir tres metros de largo y dos de alto. Sus garras negras están afiladas y sus patas tienen pinta de poder desgarrarme por la mitad sin el menor esfuerzo. Lo peor de todo es el pico, no puedo distinguir su color debido a la mancha roja y húmeda que lo rodea. Mierda, si ha comido jugueteará mucho más de lo que pensaba, ¡maldita sea mi suerte! Le grito, intentando contener mis intestinos para que no me jueguen una mala pasada cuando veo a la bestia caer en picado. No llevar armadura me ha servido de lago, pues consigo esquivar el golpe a tiempo. Acaba de levantar la cabeza y me mira directamente a los ojos. Tengo ganas de vomitar y volver al cuartel, pero debo olvidar esos pensamientos si quiero sobrevivir. Se lanza contra mí propiciando un zarpazo, pero consigo volver a esquivarlo al tirarme al suelo. Me agarro a una de sus alas y comienzo a golpearla con los pequeños pinchos todo lo que pueda. !Está funcionando¡ ¡No me lo creo, está funcionando! Puedo ver como gotea la sangre entre las plumas de sus gigantes alas, así no podrá huir volando y conseguiré que no me ataque desde el aire. Intentaría correr ahora que está herido, pero sé que aunque fuese más rápido de lo que he ido nunca me alcanzaría de todos modos. Sus ojos están inyectados en sangre y no puede siquiera aguantarme la mirada sin atacarme. Me propicia zarpazos de un lado a otro, y sólo consigo esquivarlos con suerte, llevándome alguno que otro sin profundidad sin que me propicie demasiado daño. Por fin em ha acertado un zarpazo profundo. Siento como la carne se desgarra y noto el calor de mi sangre llenándome el pecho. Quema y a la vez siento fría en todo el cuerpo, como reciba un golpe más me convertiré en mierda de grifo en un par de horas. No me deja descansar el maldito bicho y esta vez lanza un mordisco. Es mi oportunidad, todo o nada.

Recuerdo cuando trajeron a un veterano tras volver de su primera misión, o por lo menos parte de él. Le había atacado una estringe en el castillo donde debía llevar sano y salvo a un noble local, llevándose el mordisco en vez del rubito de mierda que le echó la bronca mientras lo curaban por no darse cuenta antes de que había una bestia cerca de ellos. Si una simple estringe le cortó una pierna del bocado, imagínate que me hará un grifo si fallo. Me concentro y calmo los nervios, consiguiendo agacharme a tiempo y agarrarle el cuello. No puedo tardar en subirme a su espalda
La bestia se retuerce intentando echarme de su grupa, pero por mi honra que no me suelto. Comienzo a golpearle en la nuca. La bestia grita, gime, se retuerce y aletea las alas mientras yo continuo golpeando. Comienzo a ver la sangre emanando de mi puño mezclarse con la que el grifo ya tiene en el cuello de la plata, pero no puedo parar. Por fin comienza a cansarse, y mi puño está tan entumecido que casi no lo siento, pero no puedo parar ahora. Con cada golpe sufro más, y con cada uno los gritos de la bestia son más flojos. Sus alas empiezan a  tenderse, y los espasmos para echarme de su grupa comienzan a pararse. Sé que la bestia ya está casi muerta, pero no paro hasta que acabo agotado, con el cuerpo del engendro tumbado debajo mía. Se acabó.

Me voy al cuartel, puede que no haya dejado las monedas en el camino, pero necesito que me curen este garrazo y rápido. Seguro que triunfo más con una cabeza de grifo cortada y atada a mi espalda. A lo mejor a alguna joven del pueblo se le abre la falda al verme con esa imagen. En cierto modo, quizás esta novatada no ha sido realmente tan mala. Estoy muerto de hambre de esta pelea. Lo daría todo por un plato del puñetero estofado de Ojo suelto

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