"No
lleva ni tres horas muerto" se dijo al encontrarse el cadáver de un hombre
de mediana edad en mitad del bosque. John bajó del caballo un poco a
regañadientes, llegaba tarde a la boda de su hermana y estaba de bastante mal
humor por ello. El camarlengo le había realizar una ronda por las tierras extra
a pesar de haberle informado del compromiso que tenía; y, para colmo, por culpa
de la falta de tiempo y los gustos exóticos y extravagantes de su hermana no
había encontrado un regalo que pudiese gustarle en ningún lugar; por lo que
tener que añadir una examinación de un cadáver no sólo pudo acrecentar su
enfado.
No
había llovido desde hacía cuatro semanas, así que ni se molestó en buscar
huellas. Se agachó frente a la cara del muerto y comenzó a revisarlo." Las
ropas son de campesino: la camisa y los pantalones están roídos, su bufanda
parece que se va a deshilachar con el mero hecho de estornudar cerca, su cinturón
no es nada más que un trozo de cuerda y las botas están cubiertas de excremento
hasta los tobillos, por lo que podemos obviar un robo. Está pálido y posee
varias postulas en la cara. Podría pensar que se trata de viruela o incluso
falta de alimentos o consumo de ellos en mal estado, pero el pelo tiene un
color rojizo fuerte y es abundante, si hubiese sido esto habría perdido gran
cantidad de este, pero ni siquiera tiene entradas. ¿Veneno tal vez?",
agarró con sus dedos enguantados la boca del individuo y miró debajo de la lengua
"Tampoco ha sido, estos síntomas suelen ser de venenos con base de plomo,
pero no hay material residual bajo la lengua. Curioso, la cavidad bucal tiene
un color parcialmente gris, es posible que tuviese pérdida de sangre".
Levantó un poco el cuerpo y le quitó la camisa y la bufanda. "No hay
marcas de mordiscos grandes así que podemos obviar ataques de katakanes o
chupa sangres similares, tampoco hay en el cuello así que tampoco fue una alpa,
tampoco tiene cortes en estómago o espalda así que no pudo ser por heridas
anteriores. Por no tener no tiene ni marcas se sanguijuelas". Levantó la
parte inferior del cuerpo para quitarle los pantalones. "Las piernas
tampoco tienen ningún tipo de herida, salvo rojez en las ingles. El miembro
está hinchado y desprende un olor bastante fuerte y las gónadas están
sudadas" La expresión de desagrado que puso mientras realizaba la última
parte del examen hubiera sido reconocible en cualquier plaza de ciudad bastante
concurrida el día de la feria del cordero. "La única opción que se me
ocurre es el ataque de un súcubo, de ahí la falta de sangre y el hecho de que
hubiera tenido relaciones hace poco. Seguramente usaban este sitio para
juntarse, pero esta vez se tuvo que pasar al absorber energía y lo dejó seco en
mitad del bosque. Normalmente suelen bañarse frecuentemente tras estar en contacto
con un humano y si la memoria no me falla hay un lago a un par de pasos de aquí".
Se levantó, limpió el barro que habían agarrado sus rodillas, ató el caballo a
una raíz robusta y sacó su espada envainada de la alforja.
El
viaje fue corto hasta que encontró el lago. Era bastante pequeño y casi no
tenía algas en su interior, lo que dejaba un agua cristalina y hermosa que
reflejaba unos colores hermosos cuando un rayo de luz escapaba entre las nubes
hacia su superficie. En mitad del lago había una figura, una mujer desnuda, o
al menos algo que se le parecía. Tenía pecas y su cara alargada parecía tallada
en mármol, salvo los labios que eran de un intenso rojo rubí y se entonaban en
una curva que invitaban al beso. Sus manos jugueteaban con una melena castaña y
rizada que llegaba hasta los pechos, perfectos y grandes, con unos tímidos
pezones rosados y salidos hacia fuera los cuales daban ganas de morder y juguetear con ellos. Su figura era esbelta
y con una curva perfecta que acababa en un trasero que no quedaba segundo con
ninguna otra parte de su cuerpo. Era una mujer perfecta, de no haber sido por
sus piernas acabadas en pezuñas y su cornamenta que se alzaba en su cabeza. La
figura giró un poco la cabeza y entonó una sonrisa:
-Qué
hermoso caballero me espía- se giró y bajó los brazos, haciendo que su busto resaltase
mientras andaba -, ¿no va contra vuestro código espiar a pobres doncellas
mientras muestran su naturaleza? A mí no me importa, es más, puedes unirte si
quieres.
-Gracias
por la invitación, pero debo pasar por esta vez.
-¿Estás
seguro? - cada vez se acercaba más a John, se encontraba a unos tres metros de la
orilla - quizás no te has fijado en mis atributos -se encontraba ya frente a la
orilla, posó las manos en la orilla y acercó los brazos-, ¿ahora lo ves mejor
de cerca?
-Repito,
no estoy interesado- a pesar de decir esas palabras, la entrepierna de John
estaba bastante animada, pero la súcubo fue incapaz de notarlo debido a la
coquilla de metal que acompañaba la armadura ceremonial de John, compuesta por
unas perneras y coquilla de acero abrillantadas, unos guanteletes con grabados
de flores, y un gambesón púrpura con cosidos en forma de dado que cubrían una
cota de malla blanca. El conjunto también estaba acompañado de un yelmo de pico
con emplumado blanco como acabado, pero lo había dejado junto a su caballo para
que no se ensuciase hasta la boda -. He venido hasta aquí por el cuerpo.
-Oh,
eso- giró los ojos hacia arriba en un gesto de aburrimiento, se levantó y dio
media vuelta-, ¿qué pasa con eso?
-Has
matado a un hombre, sólo quiero preguntar el por qué antes de hacer algo
irremediable.
-Lo
hice para defenderme -se llevó las manos a la parte trasera de la nuca y arqueó
el cuerpo, aun sin intentar seducir al hombre que la interrogaba, sus gestos
sencillos conseguían desprender una naturaleza de seducción-, ya nos habíamos
encontrado unas cuantas veces. Nos acostábamos encima de la tierra seca y la
ablandábamos como bien podíamos. Era bastante bueno y me hizo gritar alguna que
otra vez, sabía que no era un buen hombre, me contaba a qué se dedicaba cuando
acababa su trabajo en los establos: juego, ventas, extorsión... A mí no me
importaba ya que sólo quería pasármelo bien, pero hoy se pasó. Apareció
enfrente de la entrada a mi cueva a pesar de que no habíamos quedado. Tenía los
ojos inyectados en sangre y olía a vino.
Me dijo que se quería acostar conmigo, y cuándo le dijo que no, amenazó con
contarle a la gente del pueblo donde vivía. Tenía bastante miedo- se giró
agachando la cabeza, una lágrima caía por su mejilla-, me lo llevé a nuestro
sitio y empezamos a hacerlo. Normalmente tomo la energía suficiente para no
matar a alguien, se suelen sentir como si hubieran corrido una larga distancia,
pero esta vez decidí absorber más, hasta que dejó de moverse. Le vestí para que
no descubriesen que había sido yo y vine hacia aquí -miró a los ojos a John y
puso una mano a su espalda-, ¿vas a matarme?
-Sí.
-¿Es
que acaso no me crees?- puso una expresión triste mientras se llevaba la palma
al pecho.
-
No, no te creo - alzó la vaina y sacó un sable. Lo levantó y puso la hoja paralela
al suelo, apuntando al súcubo. La hoja tenía una tonalidad grisácea que imitaba
al humo, el cuerpo era bastante ancho pero no demasiado grueso, y el filo
llegaba hasta la guarda, mostrando un patrón de olas. La guarda era simple,
pero cubría en su totalidad la mano derecha del portador mediante intrínsecos
filamentos de acero, equilibrando la hoja gracias a un pomo redondeado con el
grabado de la cabeza de una grulla-. El cadáver había tenido relaciones sí,
pero no desprendía olor a alcohol -dio un par de pasos alrededor del cuerpo
desnudo del súcubo sin bajar la hoja-, tampoco tenía los ojos inyectados en
sangre, y, a pesar de todo el tiempo que pasó, todavía deberían seguir siendo
de este color. Y, lo más importante...
-¿Lo
más importante?
-
Lo más importante es que has estado haciendo símbolos con esa mano a la
espalda, ¿me equivoco?
La
súcubo sonrío a la vez que mostraba su mano. El dedo índice estaba doblado mientras
el pulgar y el anular se juntaban. Era una posición de liberación, no de
absorción - Eres bastante listo caballero. Cualquier imbécil se hubiera tragado
la historia y se hubiera girado con la moraleja de que no todos los monstruos
son malvados antes de llevarse una buena bola de fuego a la espalda - giró el
cuerpo dejando la mano que estaba realizando el símbolo alejada de John. Abrió
la palma y comenzaron a surgir pequeños destellos en ella, que poco a poco
fueron crecieron hasta convertirse en llamas. Comenzó a hablar en un tono
burlesco- Caballero, me habéis caído bien y te puedo dejar marchar si olvidáis lo que ha pasado hoy. Quién sabe, a
lo mejor la próxima vez eres el que caliente mis piernas.
Jon
sonrió mientras bajaba la hoja- En primer lugar no soy caballero, sino
mercenario, así que no hace falta que me ofrezcas un trato tan bueno. Y segundo
- giró la hoja hasta dejar el filo apuntando al súcubo- será muy difícil que
haga eso una vez acabe contigo.
Se
oyó una fuerte explosión seguida de una cortina de humo que cubrió todo el lago.
Cuando desapareció había sólo una figura de pie. Era una figura con la cara
llena de sangre, y sostenía una espada que de un tajo ascendente había rebanado
la cabeza del monstruo. El cuerpo que hace poco hubiera levantado el deseo a
cualquier hombre se encontraba en el suelo tendido, y los cabellos que hace
poco habían sido lavados, se encontraban en parte cortados y ensangrentados.
John había conseguido esquivar la bola de fuego, pero había dado en un árbol
cercano y la onda resultante había hecho pequeñas quemaduras en la parte
trasera del gambesón. Maldijo durante un momento hasta que se puso a
reflexionar. Por fin había encontrado un buen regalo a su hermana, una
cornamenta de súcubo para adornar la entrada a su casa y protegerles del
peligro.
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